miércoles, 27 de febrero de 2013

Del pensamiento de Edward Said


Edward Said (1935- 2003) de origen palestino- estadounidense, fue un teórico y crítico literario considerado como uno de los iniciadores de los estudios poscolonialistas. Una de sus obras más reconocida lleva por nombre Orientalismo (1978). En dicha obra, Said critica fuertemente la visión egocentrista de Occidente y llama “orientalistas” a aquellos que sostienen y fomentan la difamación de las culturas de Oriente a partir de su desconocimiento o su interés político. Se manifiesta en contra de la guerra entre Palestina e Israel y culpa de ello a Inglaterra y Estados Unidos: “Hay, después de todo, una profunda diferencia entre el deseo de entender con el propósito de coexistir y ensanchar horizontes y el deseo de dominar con el fin de controlar.” (Said; 2003: 3). En su artículo titulado “Orientalismo 25 años después” él mismo deja en claro lo que pretendía con su texto: “En Orientalismo mi idea es utilizar la crítica humanista para abrir campos de lucha e introducir una secuencia más larga de pensamiento y análisis que remplace las breves incandescencias de esa furia polémica, contraria al pensamiento, que nos aprisiona.” (Ídem: 5).
Cabe resaltar su lucha permanente a favor de las culturas Orientales, sobre todo por el rescate de la verdadera historia de esos pueblos. Said insiste en que es necesario entender a los pueblos de Oriente Medio a través de su historia y su cultura. Los occidentales (sobre todo E. U.), ávidos de poder han utilizado todo su aparato ideológico para difamar a estos pueblos.
Como teórico y crítico de la Literatura, reconoce el trabajo filológico de autores como Goethe y Auerbach, quienes contribuyeron a un conocimiento positivo de las lenguas y la literatura de Oriente.

Referencias:
Said, Edward (2003). Orientalismo 25 años después. www.cholonautas.edu.pe / Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales

martes, 19 de febrero de 2013

El contexto de: Cultura y Sociedad 1780-1950 De Coleridge a Orwell (1958)


Raymond Williams (Reino Unido, 1921-1988) es quizá uno de los pilares de los llamados “Estudios Culturales” que han venido planteando un cambio en las políticas culturales de la sociedad. Parte de la necesidad imperante de efectuar un cambio dentro de los órganos que tienen el poder y que de alguna manera se han encargado de hacer duraderos los conceptos contrapuestos de pobres versus ricos. Esta dicotomía implica también un desequilibrio en todos los órdenes de la vida y Williams propone cómo ir solucionando ese mal. Sin embargo, en este bosquejo que dedicamos al autor, haremos una breve revisión que consideramos de mayor influencia en su obra, es decir, el contexto social y relevante que lo ha llevado a establecer sus propuestas.
Podemos situar la obra crítica de Raymond Williams en un contexto comprensiblemente difícil. La Guerra Fría, la Postguerra, la segunda Guerra Mundial, serán quizá los acontecimientos más relevantes que influirán en su producción crítica. “El valor de su trabajo intelectual viene aumentado –al igual que el del resto– por haber conseguido desarrollarlo en un clima social y cultural poco favorable a las investigaciones de inspiración marxistas”(Coll Blackwell, 1997, 34) . Motivos por los cuales Williams emprende la búsqueda de las igualdades culturales de la sociedad. La economía inglesa sufre repercusiones al grado de que se ve envuelta en la gran depresión que fluctúa de 1924 a 1938, cuando comienza a salir de su estancamiento. Los recursos que están iniciando de nuevo, también conllevan una serie de eventos que habrán de crear esa conciencia de clases de Raymond Williams. Por otro lado, si el marxismo cobra importancia para Williams, también Leavis influirá en él tal y como señala Iciar Recalde argumentado que “las dos tradiciones fundamentales en el contexto de formación de Williams fueron, por un lado, las enseñanzas de Leavis, y por otro, el marxismo. Ambas tradiciones estarán sujetas a críticas y reformulaciones desde la óptica del materialismo cultural. Leavis era el centro en el campo intelectual de la Inglaterra de posguerra. Sus formulaciones en torno a la cultura y a la literatura fueron un tipo específico de reacción a los cambios experimentados en la vida social inglesa frente al avance del capitalismo”. (Recalde, 2005. 11)
En la década de 1950 a 1960 pertenece al Círculo de Birmingham, donde se encuentran los marxistas británicos, E.P. Thompson y S. Hall. Cultura y Sociedad 1780-1950 De Coleridge a Orwell (1958), es producida durante su participación en este círculo, el cual influirá fuertemente en el autor ya que comparte con sus miembros no sólo la inquietud por comprender y explicar la articulación entre clase social y práctica cultural con una mirada que trasciende lo socioeconómico sino que sus fundadores, entre los que se encuentra el mismo Williams, provienen de las clases más bajas de Inglaterra. Según Mauro Wolf "Su interés se centra sobre todo en analizar una forma específica de proceso social, correspondiente a la atribución de sentido a la realidad, al desarrollo de una cultura, de prácticas sociales compartidas, de un área común de significados". Los 50 es quizá la década más productiva de Williams y se debe en mayor medida por los cambios que vive Inglaterra. No es casual que los cambios sociales de su época sobresalgan como aliciente para ir formando su idea de una vida solidaria entre seres humanos. Mientras Williams desarrolla sus estudios, en Argentina está terminando el Peronismo hacia finales de los setentas y es en ese momento cuando algunos intelectuales crean la revista Punto de vista, bajo las direcciones de Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Ricardo Piglia, María Teresa Gramuglio y Hugo Vezzetti, que en contra de la dictadura comienzan el laborioso trabajo de difusión de la obra de Williams: “La lectura y difusión de Raymond Williams había comenzado a mediados de los años setenta y continuaría en el marco de la dictadura de militar [sic] inaugurada en 1976. De tal modo, hasta aproximadamente en 82, los jóvenes provenientes de la izquierda revolucionaria, hicieron una productiva e intensa lectura de Williams, en paralelo con las lecturas de Hoggart, Rama y Cándido” (Jimena Montaña, 2009; 4 y 5). El campo no puede ser más difuso, pues del otro lado del continente europeo, el crítico se enfrenta a sus problemas sociales, a la búsqueda de una solución que lo lleve a mejorar las condiciones de vida; del lado americano, el contexto social donde se inserta parte su obra, también se halla la misma problemática. Los cambios abruptos, las guerras, la dictadura, sólo reflejan el punto clave por el que Williams se interesa en dichos aspectos: el poder económico, la democracia que no es democracia en el sentido estricto de la palabra. La cultura entonces ya viene fracturada desde el momento en que los que ostentan el campo político no revierten ni mejoran la situación de violencia y pobreza que toda guerra y dictadura traen en sí.
Bajo estas circunstancias la obra crítica de Raymond Williams nace y se desarrolla en un tiempo ya de por sí difícil. El contexto social en toda obra repercute siempre en cómo, por qué y para qué fue creada. En el caso de Williams vemos que en plena ebullición de cambios que han deteriorado la moral, la economía, la política, los conceptos sociales, etcétera, se persigue un nuevo modo de comprender tales características en el aspecto de la cultura, sea cual fuere el país del que se hable. No sólo la comprensión si no una respuesta o solución es la que se busca para que se haga efectiva una política cultura que beneficie a todo ser humano, pues tal y como lo señala Roxana Patiño “se pone de manifiesto la intención de buscar alternativas en nuevas lecturas o relecturas de la historia de las ideas, la teoría política, la sociología de la cultura y la crítica literaria. Desde esta estrategia de búsqueda, se introduce el último Barthes, la sociología de Pierre Bourdieu y los estudios culturales británicos, particularmente Raymond Williams, autores cruciales para la reforma de la crítica literaria de los próximos años.”

miércoles, 13 de febrero de 2013

Raymond Williams: consideraciones a partir del texto Cultura y sociedad, 1780 1950, de Coleridge a Orwell


A partir de la conclusión a la que llega Raymond Williams en su obra, es necesario considerar cinco aspectos relevantes:

Masa y masas

El concepto de masas funciona sin que nos demos cuenta. Toda aglomeración de personas en algún momento puede ser llamada “masa” sin embargo Williams distingue tres posibilidades: Masa como apiñamiento físico, social o político. El término no obstante es usado para nombrar al “populacho”, generalmente tildado de ignorante y de bajas costumbres. Gracias al surgimiento de las “masas” es posible hablar de una “democracia de masas” pero no es tan fácil. ¿Qué tan apta puede ser una masa para gobernarse a sí misma? Con las masas también surgieron los “medios masivos de comunicación” y son estos los que tienen el poder de influenciar y manipular a las masas; si se toma en cuenta lo anterior, la idea de “democracia de masas” ya no resulta tan conveniente.

Comunicación masiva
La comunicación masiva es un producto de los medios de comunicación y es importante señalar que la intensión principal de este tipo de comunicación es la de manipular a la "masa", por ello es tan pertinente para estos medios emplear el término, con toda la carga peyorativa que "la masa" conlleva. Pero ¿en qué medida se cumple el ciclo de la comunicación si es producida por estos medios? La realidad es que este tipo de comunicación más bien es unidireccional, se anula la posibilidad de diálogo.

Observación masiva
La masificación de la cultura ha dado pie a la existencia de expresiones culturales más bien malas. Gran parte de lo que se produce hoy es mediocre o malo. Al surgir la clase media surgieron también nuevas expresiones culturales para satisfacer a dicha clase. Al considerar esta clase como una nueva masa, cabe considerar también que todo lo producido para las masas tuvo que extender su recepción. Pero si el número de consumidores de lo malo se incrementó, también el número de personas que consumen lo bueno. Es difícil observar la cultura y dar cuenta de lo bueno y lo malo, un intelectual, por ejemplo, observará a la cultura "popular" o "de masas" como algo malo. Pero cada clase social es parte de la cultura y coexiste. Habría que mirarla así, como una cultura de todos.

¿La cultura y qué modo de vida?
En cada clase social surgen expresiones culturales diversas ya que el modo de vida en cada una es distinto. Así Williams distingue dos clases preponderantes: la burguesía y el proletariado. La cultura en general, logra que dichas clases terminen por comunicarse e interactuar entre ellas pues al fin y al cabo ambas son productos de la sociedad.

La idea de comunidad
Existen oposiciones marcadas entre la burguesía y la clase obrera, si se añade la clase media, esta última se unirá de algún modo con la clase obrera para lograr las ideas de solidaridad y servicio. Los gobiernos y la burguesía deberían obedecer también a estas ideas para lograr una cultura común.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Las cinco aportaciones de Raymond Williams según E. San Juan J. R.


A lo largo del ensayo titulado Raymond Williams and the Idea of Cultural Revolution, E. San Juan revisa la propuesta del mencionado teórico en torno a los estudios culturales, y concluye con cinco puntos esenciales para llevar a cabo la transformación de la sociedad:
1. Para Raymond Williams la cultura es un proceso y una práctica social, como tal se basa en relaciones sociales que él llama “materiales” las cuales se dan entre los sistemas de manutención (economía), decisión (política), aprendizaje y comunicación (cultura), y de generación y crianza (el dominio de la reproducción social). Dichas relaciones deben ser el principio regente de cualquier propuesta emancipadora y progresista.
Williams propone una concepción de cultura en la que lo mismo caben las expresiones del arte más elitista que las de la vida cotidiana de cualquier marginado. Esta concepción al ser integral, permite desarrollar la revolución cultural que propone el autor pues como proceso evoluciona y por lo tanto es perfectible, además como práctica puede ser un modo de vida que le sea común a cada miembro de la sociedad.

2. El valor histórico que da Williams a toda práctica y proceso cultural deriva de una necesidad por entender la ideología y la política de las sociedades del capitalismo tardío divididas en clases; valor que según su propuesta arrojará luz sobre la desigualdad Norte-Sur, el desequilibrio ecológico, y los conflictos raciales que propician las condiciones para las guerras. Los estudios culturales necesitan, dice Williams, indagar en la naturaleza y función del estado.
En una cultura incluyente, como la que propone Williams, los estudios culturales no sólo son pertinentes sino que son capaces de desentrañar la configuración de una sociedad. Si, como propone, dichos estudios lograran develar la naturaleza y función del estado, la trascendencia social de estos sería de la mayor importancia, en las manos de los consagrados a tales estudios estaría el bienestar social. En el estudio de una obra literaria podría encontrarse la clave para disolver cualquier conflicto social.

3. El paradigma consumista del capitalismo, y las desigualdades entre etnias, razas, géneros, sexos, religiones, y regiones que esto reproduce; debería ser criticado, desde el imperativo de la solidaridad. Los estudios culturales califican y contraponen las relaciones de poder, propiedad y producción a actividades de descripción, aprendizaje, intercambio y preservación de experiencias.
Los estudios culturales, entonces, criticarían a la sociedad a partir del comportamiento capitalista más representativo de esta última: el consumismo. Mediante una “imperante solidaridad” que parece ser la forma con la cual procederán a hacer las críticas pertinentes que por supuesto se verán reflejadas en descripciones, aprendizaje, intercambio y preservación de experiencias literarias por ejemplo.

4. El proyecto de los estudios culturales es la producción de conocimiento práctico que avanzará en la interacción innovadora y democrática de diversas comunidades con específicas experiencias históricas, una meta lograda a través de la expansión de la educación pública y el control público además del acceso a todos los medios de comunicación. Desde que el proceso de aprendizaje y la comunicación son la clave de los estudios culturales, Williams concibe la larga revolución cultural como comprometida con una transformación radical de la sociedad que promoverá estos valores: "que (los humanos) deben desarrollar su capacidad y poder para dirigir sus propias vidas -creando instituciones democráticas, brindando nuevas fuentes de energía al trabajo, y extendiendo e intercambiando experiencias que dependerán de la interpretación de cada quien.
Como se vislumbraba en los puntos anteriores, la propuesta de Williams pretende transformar a la sociedad desde los estudios culturales. La interacción social se llevaría a cabo por medio de la educación y la óptima comunicación; en una sociedad educada y capaz de comunicarse, sus integrantes podrían dirigir sus propias vidas y propiciar las condiciones para una vida armónica.

5. Finalmente, la importancia de la agencia y la intención. Los estudios culturales le dan más importancia a hacer de su objeto el escenario de un compromiso serio con todas las cuestiones que nos aquejan. Realmente no tenemos elección en caso de una guerra nuclear o la contaminación del agua y el aire. Williams luchó toda su vida precisamente contra la resignación, la indiferencia y el retroceso. Pero por supuesto, en cualquier transformación revolucionaria, siempre se corren riesgos durante negociación de las limitaciones y presiones, aunque también hay oportunidades que bien pueden ser aprovechadas. La intervención de los estudios culturales es entonces "hacer práctica la esperanza en vez de convencer con la desesperación" para hacer de la revolución cultural un hecho permanente.
En este último punto se expresa la clara intención de los estudios culturales por revolucionar la cultura y dejar atrás las actitudes negativas. En la propuesta de Williams es mucho más importante convencer a la sociedad de que este cambio radical puede hacerse de manera preventiva y no ante la necesidad de alguna contingencia desastrosa.

Nada fácil parece llevar a cabo la “revolución cultural” de Williams sin embargo sus intenciones son buenas y no del todo descabelladas. Por fin, algunos estudios literarios tendrían una función que trascendiera en la vida de cualquier persona. ¿Qué tan cercanos estarán estos objetivos a los perseguidos por los teóricos de los “estudios culturales” del siglo XXI?

lunes, 4 de febrero de 2013

Curiosidades

Anne Frank at the age of 12 years, sitting at her desk at the Montessori school in Amsterdam, 1940.