Sandra
L. Palacios Gregorio
G.
Pierre Herrera López
Para la academia especializada en los estudios literarios y
su teorización, la segunda mitad del siglo XX
significó un importante trastrocamiento que cimbró toda la estructura que se
había estado consolidando hasta ese momento y la obligó a replantear su futuro
en las aulas universitarias. Desde los estudios culturales de Raymond Williams
en el Reino Unido, el cruce teórico con la sociología, pasando por la teoría
posestructuralista francesa nacida después de 1968, la deconstrucción de
Jacques Derrida, que posteriormente es replanteada hacia los discursos
coloniales en aras de otorgar voz a los grupos marginados, la teoría
postcolonial, y por supuesto el movimiento feminista a ambos lados del
Atlántico, cambiaron radicalmente no sólo la metodología de los estudios y
teorías literarias sino los objetivos de ésta.
La pregunta no es si todavía son viables los
estudios que únicamente se encargan de los textos en sí y para sí, sino si esto
tiene valía en un aspecto social y cuál es. En esta nueva encrucijada se
encuentra la academia actualmente.
En este tenor, los estudios que tienen que ver
con “los grupos minoritarios”, que reivindican a los “sin voz”, han despertado
el interés de la academia: Los estudios culturales, de género, poscoloniales y
recientemente los animales, son ahora la punta de lanza de la teoría literaria.
No hace mucho que los animales se han vuelto una
línea de investigación sólida para múltiples disciplinas que antes no reparaban
en ellos, son variados los temas que ahora los aluden. En la teoría literaria
también se abordan diversas problemáticas; por supuesto tienen que ver con
textos literarios en los cuales los animales son personajes o temas relevantes.
Bien se puede hacer una clasificación de la literatura de animales que tuviera
que ver con el grado de protagonismo, incluso de antropomorfismo o juzgar si se
les da un trato justo pero ¿eso es lo más importante? ¿Hasta qué punto vale la
pena analizar estos aspectos?
Los estudios animales, con más presencia y
difusión en las academias de EUA, Reino Unido y Francia, se centra en traer al
diálogo a los animales, presentándolos y estudiándolos como la otredad límite;
es decir, como el subalterno que no tiene voz metafórica y literalmente hablando
y que a diferencia de otras clases de subalternidad que sí pueden tomar la el
discurso y hacerlos suyo motu proprio,
esta alteridad está presente en oposición a lo humano ligados por compartir la
vida en la tierra y por la capacidad de sufrimiento que tienen ambos.
Los estudios animales han devenido en dos formas de estudiar a los animales en la
literatura, aunque cabe mencionar que están tan emparentadas que por lo regular
el asumir una se refiere a la otra de manera directa o indirecta: 1) Las
(nuevas) narrativas animales, y 2) La resemantización animal.
Los dos enfoques que hoy convergen en los
estudios animales tienen a bien analizar, en la literatura, por un lado la
configuración de los temas o personajes “nonhuman animals”, para utilizar el
término de Kari Weil; por otro la importancia de la figura del animal indefenso
ante la egemonía del hombre. Ambas tendencias tienen aspectos interesantes que
buscan el reconocimiento de los animales como parte de la vida.
El primer caso está caracterizado por estudiar
el cómo se hace una imagen de los animales a través de la escritura y algunas
otras artes, desde representaciones antiguas hasta textos que ponen en crisis
el límite entre lo humano y lo animal. En este tipo de estudios estaría la
tesis doctoral de Esperanza López Parada, Bestiarios
Animales. La tradición aninmalísitica en el cuento hispanoamericano
contemporáneo (1993), o la colección de ensayos de la Universidad de
Boston: Early Modern Zoology. The construction of Animal in Science, Literature and
Visual Arts
(2007), así como el estudio de Steve Baker, Postmodern
animal (2008). Este caso puede estar
relacionado con el carácter estético y hasta filosófico de esas
representaciones.
El segundo caso pone más énfasis en el carácter
ético del uso que los humanos le dan a los animales. Para eso es necesario
subvertir la posición logocéntrica del humano, como también se estudia en el
primer caso, para entablar un diálogo de valores con lo animal. Este tipo de
estudios, que en muchos casos tiene puntos de cruce con otras disciplinas como
la biología, neurociencia, ética, bioética, ecología, etc., debe mucho a los
primeros estudios de Peter Singer sobre ética aplicada de los años 70. En esta
misma línea se encuentra la conferencia posteriormente publicada como libro por
la universidad de Princeton The Lives of
Animals (1999) de J. M. Coetzee, que posteriormente sería adaptada para
novela Elizabeth Costello (2003), o
la conferencia después publicada en libro: Béliers.
Le dialogue ininterrompu: entre deux infinis, le poème (2003) de Jacques
Derrida o su L’Animal que donc je suis
(2006).
Es válido afirmar como Thomas Nagel que se
necesita ser un animal para saber cómo es ser un animal pero ante la
imposibilidad de esta forma de conocimiento, el punto de vista humano es el
único que tenemos para determinar la posición de los animales en nuestra
sociedad. Hasta hace poco la literatura los retrataba con características humanas
y la sociedad seguía en el entendido de que los humanos somos superiores a los
animales gracias a nuestro uso de la razón; después de diversos avances
científicos que muestran a ciertas especies capaces de desarrollar inteligencia
o sentimientos, entre otras capacidades que se creían exclusivas de los
humanos, todo se viene abajo. Ahora surgen autores que más que antropomorfizar
a los animales, cuestiona la posición del humano en torno a ellos o buscan
acercarse lo más posible al punto de vista de un animal. Este tipo de
acercamientos revelan no sólo la importancia de los estudios animales en
nuestros tiempos, o la posición que ocupan estos en nuestras vidas, revelan
ante todo una nueva postura del “ser humano” frente a lo otro y son los
estudios animales los que ahora están al pendiente de esta nueva forma de ver
el mundo.
La teoría animal se encuentra con el gran
problema planteado desde el comienzo: al ser su finalidad una re-valorización y
remantización de la vida de los animales, se debe dar voz a seres que no la
tienen en los estándares de pensamiento humano, así que se debe tratar de salir
del lenguaje para expresar esa voz, esa otra concepción de la vida y el
mundo, mas ¿de qué forma?; al mismo tiempo que se trata con la teoría animal hacer
visible a otros seres no-humanos y que se le reconozca con derechos. Para sus
fines la teoría animal está en el proceso de crear un necesario pensamiento y
teoría posthumanista para tales efectos; es decir, una postura que abarque
lenguajes más allá del lenguaje humano y considere vidas más allá de la vida
humana.
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